martes, 8 de julio de 2008

El problema de un problema.

Todos tenemos problemas. Algunos, de los más comunes. Algunos otros, no muy frecuentes. Muy pocos se dan cuenta de que los que tienen son algo graves. Y otros, simplemente, se dan cuenta de que los tienen. Entre esos me incluyo.

No siempre se tiene el valor o el coraje para admitir algo. Puro orgullo humano, por supuesto. Pero para aquellos que nos gusta indagar un poco entre palabras y discursos, nos logramos percatar de lo que pasa en nuestras mentes y con nuestros sentimientos: alegría, miedo, enojo, tristeza... Y decepción.

¿Se han dado cuenta de lo horrible que es sentir eso? Puede que no les haya pasado nunca, o no es común en sus vidas esa palabra, pero para mí es como un ciclo. Conocer, sonreír, querer, poner en un punto alto, y... hasta luego, nos vemos, hasta pronto, adiós. Es cuando aparece la decepción.

Verán, tengo un problema: tiendo a perder a las personas que quiero. No sé como, no sé porque, me da un poco de temor meditar más sobre ese asunto, pero es la verdad; a lo mejor por mi poco estable manera de ser y pensar, o a esas incontables personas jamás les importe como me importaron a mí, o tal vez haya sido el hecho de que nunca se los dije. No lo sé, y por ahora no me interesa. La cuestión es que cada que esa persona desaparece de mi vida, entro en una fea etapa de dolor y decepción.
Casi siempre es igual: tiendo a descuidarme, y por lo tanto, descuido a otras personas, por ayudar a otras. Sí, yo y mi estúpido afán de ayudar mentes ajenas a la mía. Mientras esa persona importante [sí, a la que ayudé] se ha ido, a los que descuide poco a poco se van desvaneciendo, encontrando otros gustos, incluso a otras personas mejores que yo, y los vuelvo a ver felices.

Me alegra ver sus sonrisas. No soporto ver a esas personas tristes, o mal, hago todo lo posible por ayudarlas, de la forma que sea. Pero al ver sus sonrisas, algo dentro de mí me dice que ya no me necesitan. Y creo que si es cierto: después de todo mi esfuerzo y mi empeño, ya no requieren más de mí. Y eso duele, que pareciera que sólo eres un pañuelo para sus lágrimas, o unas hojas en blanco para escribir sus penas y problemas, y se deshacen fácilmente de mí. No lo sé. Es entonces cuando surge el problema dentro del primer problema: al perder, además de esa persona importante, a las demás, una terrible necesidad dentro de mí grita desesperada porque se vuelvan a sentir mal.

Raro y estúpido, ¿no? Pero así es... Sé que estoy muy mal al comportarme de tal manera, pero... el hecho de que se sientan mal significaría que necesitarían ayuda, y ahí entraría nuevamente yo a tenderles mi mano, siempre dispuesta...

Releí un fragmento de Misantropía no es Justificación, de mi "libro" Relatos Bizarros, y fue como reafirmar la cruel verdad, y darme cuenta de todo. Es casi una rutina: la gente viene, la gente va. A veces me gustaría que en verdad se quedaran, a pesar de todo. Pero apenas sigo creciendo, sigo aprendiendo un poco sobre la vida y todo lo que nos da. Es por eso que, al ver reflejado los pensamientos de la chica, una gruesas lágrimas caían dentro de mí, pero en cambio sonreí.

Me di cuenta, finalmente, de que los problemas son problemas, de esos siempre va a haber en cualquier persona, y que cuando sientan caer, ahí estará mi mano, aferrándose a esas personas que me enseñan tantas nuevas perspectivas conforme pasan los días, y por lo tanto les tengo mucha estima. Pase lo que pase, yo estaré ahí, pacientemente, esperando tal vez a cambiar un poco para no perderlas del todo, o que se acuerden de que sigo ahí, o de ambas.

Porque no siempre se puede aceptar la realidad y admitir los errores. No siempre, es verdad.

2 comentarios:

Daffa dijo...

Las personas que valen la pena son las que te necesitan estén bien o estén mal; son aquellas que corren a llorar a tu hombro cuando sufren y a la vez te abrazan agradecidas y gozan contigo cuando las cosas marchan a la perfección.

Curioso es que yo no he sentido la necesidad de ver a mis seres queridos mal para serles útil, al contrario: cuando los veo bien me quito un peso de encima porque en ellos reflejo lo que no puedo tener, pero supongo es divergencia de enfoques.

Todos tenemos problemas, es verdad, y a veces (hablo por mí) no podemos comprender cómo un problema tan "insignificante" comparado con otros ajenos nos afecta y duele tanto.

Aquellos que se van cuando los descuidas es porque su lazo contigo no era muy fuerte que digamos o no supieron comprender tu alejamiento; pasa igual cuando una persona te deja o no te corresponde y le dices "malagradecido/a", "traicionero/a", "idiota", "ciejo/a"... el ciego es uno al no ver las necesidades reales de esta persona que se va, al no poder comprenderle en realidad.

Ayudar a los demás no es un estúpido afan; es la necesidad de aportar algo al mundo para sentirte realizado. No está mal que quieras ayudarles con sus problemas, pero no sientas que sólo eres útil en esa circunstancia porque no es verdad: hay mucha gente agradecida que a veces no lo sabe demostrar, pero lo siente. A veces se nos olvida decirle a las personas cuánto las queremos o asumimos que ya lo saben.

Creo que lo mejor que me ha pasado en la vida es haber encontrado amigos de verdad; que no sólo utilizan palabras lindas por compromiso, sino que realmente quieren hacer algo por mí. Estoy casi segura de que ese también puede ser tu caso, porque al menos UNA persona así debe existir en tu vida, y con esa persona basta. Localiza a esta o estas personas y trata de demostrarles de vez en cuando lo mucho que las aprecias si es que eso lo que sientes.

Y ya xD te rastreé en el blog de Gerardo >> jaja! (me sentí stalker -o- ) cuídate, saludos! oOo n_n

felices vacaciones e_e yo sólo tendré unos dias TT total

Daffa dijo...

Me dirás loca pero... algo me impulsó a entrar a tu blog y luego a escribirte esas cosas, como si sintiera que debía escribirte eso y esas palabras iban a ayudarte en algo o_o

seh, fue raro, jajaja xD aunque hay veces que hago cosas así por la gente impulsivamente

te gregaré a mis amigos n,n ...ya que regrese. Te cuidas! gracias =P