Cuack. Simcha ha hablado.

Jamás me había dado cuenta de lo mucho que los recuerdos pueden llegar a doler. Hasta hoy. Abrazos. Besos. Sonrisas. Carcajadas. Detalles. Felicidad. Mucha, a decir verdad. Pero no. Y ya sabía que pasaría, porque siempre es así: el cuento de nunca acabar. Pero quise engañarme, por primera vez. Por última vez. Y esperar no sirvió de mucho. Sólo para crear tonterías, e ilusiones, si se pueden llamar así. Blah.

Ahora todo es extraño, borroso, bizarro, irrisorio. Una recta final. Un nuevo inicio. Y pareciera que este cuento no quiere acabar. Se quebró el tiempo y el cansancio. Ya no sé que más. Espero que la felicidad te dure para el resto de tus días. Que no pase lo que a veces pienso que puede llegar a pasar, que un pizcachita de mi ser desearía. Un anhelo, qué más. Tonto. Vago. Risueño. Terco. Malpensado.

Y ya no sé que duele más. El hecho de que todo haya sido una farsa; o que tu presencia, con todo y farsa, se haya desvanecido de mi mundo. Y en muy mal momento, por que caer, levantarse, y recaer no es siempre lo mejor. Nunca lo es, jamás lo va a ser. Porque tratar de escapar de los momentos recién ocurridos es tratar de huir de ti, de tu realidad, de tu todo.

Menos daaahs, y más tururús, por favor.

Hace frío. Ayer lo hacia. Hace rato también. Y al rato probablemente sea igual. Sonrío, porque un mundo nuevo se extiende ante mí. Pero me hubiera hecho aún más feliz si las palabras hubieran sido diferentes, o si tan sólo, no te hubiera barrido el viento como al polvo. Nieve. Lluvia. Rayos. Chispas. Demonios. Carajo. ¿Para que te miento? Acá estoy, allá estás. ¿Ahora qué? Pues nada. Qué más da.


Qué más da. Y qué más da.



Y que bueno que fue así.



Porque esto es así.



Con los pies en la tierra.

Nuestros juegos seguirán atravesando el mundo. Porque esto es así.