Me sorprende la facilidad con la que una frase, tan sólo una maldita frase, fue que me logró quebrar. Y realmente me sorprende porque en ese momento fue que comenzaron a salir las lágrimas de forma tan dolorosa que todavía sigo sin detenerlas.
Me rindo. Me siento tan mal, tan culpable, tan tonta y tan vacía que ya me harté de seguir una lucha que, a estas alturas, no creo ganar... La verdad, ni sé a donde me va a llevar.
Ya no quiero nada, ya perdí las ganas de todo. La motivación, o lo que quieran llamarlo, desapareció, al igual que todas las cosas que quiero y de la nada se desvanecen... Siento un horrible peso dentro de mi pecho, una combinación de todo y al mismo tiempo de nada, no sé por cuál motivo de todos es que pesa más.
En este instante nada me importa. Quiero llorar y dormir, dormir, dormir... Dormir por mucho tiempo. De ser posible ya no despertar. Porque me da pavor pensar que va a ser de mí mañana, que puedo hacer, además de no siendo feliz.
En momentos como estos deseo ser un humano más banal, que con un par de cosas se mantiene contento. Pero nunca he sido así. Me aburro a sobremanera al poco rato, y pierdo interés...
Yo quería sacar toda esta mierda con mi mejor amigo, pero ahora ya no lo veo posible. La idea me reconfortaba mucho, porque él me escucharía desahogarme, y luego me daría algún consejo, por demás inútil para mí, pero que me haría sentir mejor por el hecho de que es tan simple, justo como yo quiero que todo pase...
Ya. Ya me quebré.
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